Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices.
Si yo deseara siempre el bienestar de los demás, yo
sería más feliz.
Si yo comprendiera plenamente mis errores y
defectos, sería humilde y comprensivo con los otros.
Si yo cambiara el "tener" más por el
"ser" más, ¡cuán dichoso sería!
Si yo cambiara el ser "yo" a ser
"nosotros", comenzaría la civilización del amor.
Si yo siguiera decididamente a Jesús y su
Evangelio, comenzaría a vivir la verdadera felicidad.
Si yo amara "en serio" a los demás, ellos
cambiarían.
Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros,
los comprendería.
Si yo criticara menos y aplaudiera más, ¡cuántos
amigos ganaría!
Si yo encontrara lo positivo en todos, ¡con qué
alegría los trataría!
Si yo cambiara mi manera de tratar a los demás,
tendría más amigos.
Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos.
Si yo comprendiera que todos cometemos errores,
sería más humilde.
Si yo tuviera más sentido del humor, relativizaría
mis pequeños problemas.
Si yo pensase antes de decir y de hacer, me
ahorraría muchas palabras y más de un fracaso.
Si yo fuese más «inteligente», no me quedaría en
las apariencias de las personas y de las cosas.
Si yo mirase «más allá de mi ombligo», .vería a más
de una persona que me necesita.
Si yo me esforzara siempre por hacer el bien a los
demás, sería más feliz.
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